31 ago 2010

De masilla, cochecitos y mundos virtuales


(De José Muchnik)

Todo tiempo pasado fue... te quiero, mucho, poquito, nada, te quiero... mejor, glorioso, pastoso, una mierda. Aclaro el abanico de posibilidades para que no crean que tienen enfrente un boedónico nostálgico tipo, un homus boedónicus como los que pueden observar con facilidad los sábados al mediodía en la esquina que no menciono pues intentamos frenar la avalancha de curiosos afluyendo desde latitudes y galaxias deshidratadas para contemplar que barrio, utopías, humedades y boludeos en ebullición aún existen.
Hechas las aclaraciones del caso volvamos a la masilla, así lo anunciaba el título y en esta ferretería no defraudamos al lector. Los habitués de estas viñetas ya deben saber a esta altura que se encontraba en Boedo 1561, entre Garay e Inclán, mano derecha caminando hacia el olvido. Ahí llegaban en ramillete : tres, cuatro, cinco, seis... pantalones cortos con ojitos que apenas alcanzaban el borde del mostrador. Elegían un momento propicio sin clientes, masilla espetaba el más osado mostrando un cochecito panza arriba, mi viejo los miraba desde una nube de recuerdos en carambola, dales un poco de masilla me ordenaba con una sonrisa apenas perceptible, a mí me alcanzaba para entender que iba de regalo para los pibes. Yo también era pibe, me sentía el campeón de la generosidad cuando empuñaba la espátula con mango abultado por estratos de tiempo y masilla endurecidos. Los pantalones cortos se aglutinaban en derredor de la lata mientras se acumulaba la masa aceitosa sobre el papel de diario que jugaba de envoltorio, ¡gracias, Don!, y salían corriendo triunfantes.
No voy a entrar en detalles, los veteranos ya los conocen y los jóvenes (hablo desde el año 2008) pueden imaginarlos. El rellenado con maestría de los cochecitos evitando obstruir el eje, una maderita transversal para que queden bien armados, esperar que sequen y ya estaban listos para carreras en el cordón de la vereda, autódromo por excelencia. No voy a entrar en detalles pues quiero llegar a los anunciados mundos virtuales, ya les dije que en esta ferretería no defraudamos al lector. Estoy leyendo el diario, el diario de hoy ya no me sirve para envolver masilla, un pibe llevó tres cuchillos a la escuela, se había inspirado en juegos virtuales, esta vez no hubo muertos.
Les dije que no soy reacio al progreso, que no creo que todo tiempo pasado fue mejor, glorioso, pastoso o una mierda; entro en Google por “violencia en escuelas juegos virtuales”, pueden probar, impresionante : “Counter Strike”, “World of Warcraft”, “Doom” y variados videogames donde niños y adolescentes asesinan virtual y gustosamente a todo aquel que se interponga en su camino. Algunos estudios científicos señalan que estos videojuegos favorecen la agresividad, que una confusión entre mundo real y virtual puede producirse en ciertos sujetos...
Yo no afirmo nada, ¿qué puede afirmar un ex ferretero?, pero pregunto: ¿no quieren un poco de masilla?

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Catálogo de venta de juguetes de chapa litografiada de la antigua fábrica Matarazzo.