4 oct 2010

"Garrá lo libro que no muerden"



(De Roberto Díaz)

El título de la nota tiene que ver con ese latiguillo que utilizaba el actor Mario Fortuna, convertido por obra y magia de un escritor de nuestros lares: Manuel A. Meaños, en el Ñato Desiderio.
Y así, es cierto. Los libros no tiran tarascones, a lo sumo sus tarascones pueden ir hacia esa zona del alma donde suelen quedarse a habitar si somos capaces de ser buenos anfitriones.
Quien lee, nunca estará desamparado y, siempre, encontrará un rebusque para ser más bueno.
Esto no tiene nada que ver con esos títulos de Ilustre que se dan por ahí a tipos que, pobres, ni saben lo que es ilustración.
Pero ahora, merced a una medida impresionante de nuestros funcionarios, repartirán libros en los estadios de fútbol (1). ¡Me parece brillante! Pero, claro, ya empiezan las cosas que te ponen piedras en el camino como Víctor Hugo que no los repartirá porque la iniciativa es de la empresa competidora a la de él. ¡Rencoroso el hombre!
Hay opiniones, en contrario, decía, porque hay tipos que son recalcitrantes. El ronco Esgunfio me comentó, el otro día, la idea ésta de distribuir libros y se me rió en la cara. Me dijo: "¿Así que la lectura para terminar con la violencia? Decime: ¿Van a repartir Crimen y cstigo?, donde el ñato ese le rompe la sabiola a la usurera? O te van a dar Misery donde la loca esa le hace bolsa las dos piernas al escritor que tiene secuestrado? ¿O te regalarán El hombre de la máscara de hierro donde a ese punto lo tuvieron guardado años con una cacerola remachada en la jeta? ¿O a lo mejor ligás Los alcohólicos donde a ese millonario le hacen la lobotomía para dejarlo turulato guardado en una clínica y afanarle la herencia? ¿Te parece que vamo'a terminar con la violencia?" Lo que el ronco Esgunfio no sabía es que los libros a repartir son cuentos sobre fútbol...
En fin, basta de pálidas. Está bien que llevemos la cultura a las gradas. La cultura para el pueblo. Recuerdo cuando mi amigo Roberto Santoro, en la década del 60, iba a la cancha (era fana de Racing) y tiraba volantes con poemas. Roberto creía que el que recogía ese volante, iba a leer los versos y se iba a olvidar de putear al referí... Utopías del bueno de Roberto...
Seguramente, como me dijo ese cínico del petiso Corneta: "Los libros le van a servir para juntarse una biblioteca y después venderla en alguna librería de viejo. Es decir, hacer guita lo que con tanto amor y dedicación le entregan los funcionarios".
Yo tengo muchas más ideas para "educar al soberano". Por ejemplo: en vez de las Diablitas o cualesquiera otras porristas, dar el primer acto del ballet Cascanueces; en vez de "La Voz del Estadio" transmitir conciertos de la Sinfónica de Londres. En cualquier momento del partido, detenerlo para que el número 2 local haga un número de prestidigitación a lo David Copperfield; en el entretiempo, los once jugadores del equipo visitante protagonizarán una escena de El conventillo de la Paloma, de don Alberto Vacarezza y el árbitro hará de apuntador. En las tribunas, mientras se juega el partido, habrá una zona donde se debatirán temas como la deuda externa, la separación de Susana Giménez, el riesgo del tabaco, la sexualidad precoz o hacia dónde mira Kirchner.
En fin, temas sobran y sería un aporte formidable para que las masas futboleras se cultiven. Esos mismos procederes habría que extenderlos al turf donde los boletos podrían venir con frases de Jorge Bucay o aforismos de Narosky y la distribución gratuita de El jugador de Dostoievski donde un tipo se amasijó a las puertas del Casino de Montecarlo porque se patinó hasta la muela de oro.
"¡Un cacho de curtura, laralaralará...!"
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(1) Esta nota fue escrita el 27 de octubre del 2003.
Imagen: Tribuna con la hinchada boquense.