10 sept 2011

“Aniceto el Gallo” y el sitio de Buenos Aires


(De Lily Sosa de Newton)

HILARIO ASCASUBI, PERIODISTA
Cuando Hilario Ascasubi llegó a Buenos Aires con el ejército de Justo José de Urquiza tras su exilio en la Banda Oriental, es decir, más de treinta años después de haber abandonado la ciudad en los comienzos del gobierno de Rosas, no podía imaginar los incidentes que, apenas pasada la batalla de Caseros, matizarían su vida y, por supuesto, la vida de la ciudad y el país.
En realidad, la suya había sido movida desde que, apenas adolescente, dejó el  hogar para lanzarse  a inciertas aventuras que nunca refirió en detalle, insinuando sólo vagos datos en los que aseguraba haber llegado hasta Europa y haber madurado en el transcurso de esas andanzas. Sabemos que nació en 1807 en la posta de Fraile Muerto –hoy Bell Ville– Córdoba, y que hizo sus primeras letras en el convento de San Francisco, de Buenos Aires.
Él mismo refiere algo de esto en sus obras, publicadas en París en 1872, pero es poco explícito respecto de los primeros años, salvo su abandono de escuela y hogar. Lo cierto es que, a su regreso, participó en la guerra de la independencia, se inició como periodista en Salta y después en Buenos Aires y que su militancia unitaria lo obligó a emigrar a Uruguay, donde formó su familia. Ejerció diversos oficios y participó en la campaña de Lavalle contra Rosas ya que nunca dejó de lado sus convicciones, y allí estaba cuando Urquiza organizó las fuerzas con las que derrotaría en Caseros al ejército federal. Se incorporó a esos contingentes en Concepción del Uruguay, como edecán del general en jefe y promotor periodístico de la campaña. Desde ese momento escribió folletos y hojas sueltas de propaganda, eficaz arma que sabía manejar hábilmente y pronto volvería a emplear. Allí se reencontró con Sarmiento, el boletinero oficial.
Ascasubi reinició su carrera militar con la campaña de Caseros y fue dado de alta de la plana mayor activa con el grado de teniente coronel el 8 de abril de 1852. Después fue nombrado jefe de la ayudantía de la Boca y más tarde del cantón Lorea, hoy Plaza Moreno, en Hipólito Yrigoyen y Sáenz Peña.

URQUIZA, DIRECTOR PROVISORIO
Tras el triunfo de Caseros en Buenos Aires se produjo un vertiginoso suceder de cambios políticos que amenazaban derivar en sangrienta guerra civil. El 25 de junio de 1852 Urquiza protagonizó un golpe de Estado por el que disolvió la Legislatura y encarceló a figuras conspicuas, asumió el gobierno de la provincia y, tras delegarlo de inmediato en el general José Miguel Galán, marchó a Santa Fe, donde se reuniría el Congreso Constituyente.
Tan pronto como Urquiza salió de Buenos Aires estalló el movimiento del 11 de setiembre, que habría de tener a la provincia separada del resto de la Confederación durante varios años pues se rechazó el acuerdo de San Nicolás. La primera consecuencia no se hizo esperar. El 1º de diciembre el general Hilario Lagos se sublevó en la campaña contra el movimiento porteño exigiendo la renuncia de Valentín Alsina. Avanzó con sus tropas y llegando a las proximidades de Buenos Aires estableció el sitio. Situó en San José de Flores su cuartel general en la chacra de Olivera, hoy Parque Avellaneda. En tanto, la escuadra de Urquiza bloqueaba el puerto y las costas.

ASCASUBI INTERVIENE EN EL CONFLICTO
Desde hacía varios meses los porteños mostraban su repudio por la conducta de Urquiza que, según opinaban, quería imponer sus derechos de libertador de Buenos Aires. Entre ellos militaba Hilario Ascasubi, el ya muy conocido gauchi-poeta, que había llegado a la capital con el ejército de Urquiza y dirigía activamente la campaña contra Rosas, en cuyos prolegómenos había intervenido con sus cielitos y poesías diversas que se imprimían y repartían en cantidad. Su inspiración e inventiva poética hacían de él un valioso elemento para el ejército que venció a Rosas y buscaba después afianzar una preeminencia muy resistida.
Cuando los hechos determinaron que los amigos de ayer se convirtieran en enemigos, Ascasubi no dudó en alinearse en las filas antiurquicistas ni en emplear su arma secreta, la poesía, para combatir al vencedor de Caseros con el mismo ardor con que antes lo había apoyado. Por cierto que, como miembro de la Guardia Nacional, cumplía a la vez sus obligaciones militares en los entreveros que se producían  en las proximidades de los cantones de Flores y en la línea de fortificaciones.

NACE ANICETO EL GALLO
En 1853 el popular poeta lanzó su nuevo periódico Aniceto el Gallo, nombre que se haría famoso y se convertiría en su propio apodo. La aparición fue anunciada en El Nacional y se produjo el 19 de mayo. Decía que la “gaceta saldrá una vez por semana, allá por el jueves o viernes que es el día de los pobres, pues la escribirá un gaucho pobre…” (1) En su primera etapa esta “gaceta-joco-tristona y gauchi-patriótica”, como la subtituló Ascasubi, duró diez  números, de contenido contundente contra Urquiza, su antiguo amigo, sin perdonar detalle, y animaba a los porteños. De edecán y ferviente partidario del Director Provisorio Urquiza pasó a ser enconado enemigo, y se sirvió de su periódico para manifestarlo con toda la saña posible. (2)

LA CONSTITUCIÓN DE 1853
El Congreso reunido en Santa Fe sancionó la Constitución el 1º de mayo y, enviada a Urquiza, éste la promulgó el día de la fecha patria, 25 de mayo, para darle más solemnidad. El acontecimiento fue celebrado con un gran baile, que dio motivo al poeta para celebrarlo en su “gaceta”. Desde el 26 de marzo el jefe de la Confederación residía en Flores, en la quinta de Unzué, ubicada en Rivadavia entre Pumacahua  y Carabobo, con el propósito de reforzar el sitio de Lagos y dirigir las acciones personalmente. (3) Los febriles conciliábulos se sucedían y la situación era sumamente delicada. Ascasubi, con su Aniceto el Gallo, echaba leña al fuego. En el Nº 2, precisamente del 25 de mayo, el poeta se refirió a un hecho ocurrido el 13 de mayo en el brindis que pronunció, en la comida ofrecida al coronel Rodríguez, uno de los defensores de la plaza. En ese brindis dijo: “A salú del escuadrón/ y del señor comandante/ que se llevó por delante/ el día 13 un cañón/ y del criollo guapetón/ que al tiro le prendió el lazo/ pues debe ser juerte el lazo/ que tal armada largó,/ como el pingo que arrastró/ a la cincha el chimborazo”.  Era ésta una alusión al cañón de marras. Por otra parte, Hilario Lagos decidió convocar a una Convención en Flores ya que en Santa Fe no hubo representación de la provincia de Buenos Aires, y convenía que se discutiese la Constitución que acababa de promulgar Urquiza. De las elecciones locales salieron los diputados y el organismo resultante se instaló en Flores, en la casa de la vecina Justa Visillac de Rodríguez, Rivadavia y Bolivia (esquina noroeste), el 30 de junio (4). Poco duró este extraño órgano legislativo: ni una semana, ya que los hechos avanzaban en turbulenta sucesión y el sitio parecía próximo a su fin.
En el Nº 3 del 3 de junio el periódico de Ascasubi se refirió al baile dado por Urquiza en Flores para festejar la firma de la Constitución. “Dicen de que el Director/ de la docena del fraile/ el veinticinco dio un baile/ de lo lindo lo mejor…/ En celebridá de que/ el veintitrés a la noche/ la Constitución en coche/ le llegó de Santa Fe”. Aclaraba que “la docena del fraile” era como llamaban los gauchos al número 13, por el número de provincias que quedaban  tras la separación de Buenos Aires. (5)

LOS INCIDENTES DEL SITIO DE BUENOS AIRES
Uno de los recursos de los sitiados para combatir a los enemigos era inducir a los soldados a desertar, tentándolos con dinero, comida y ropa, elementos que escaseaban. En el Aniceto… Nº 4, del 13 de junio, se refería Ascasubi a esto: “…que ahora, sigún dicen, le han perdido el respeto a tal punto, que el otro día, ahí mesmo en San José de Flores, como sesenta Entre-rianos de la escolta de Su excelencia le alzaron el poncho [desertaron] y lo echaron a la Pu…nta de San Fernando, y… ¡viva la liberta!”. También aseguraba que  “…el señor Diretor se presumió que porque los Porteños, ya cansados de las guerras, para que se acabasen, le juyeron en Caseros, acá en el pueblo le han de recular, y afuera le han de sufrir a la helada, mientras que su Ecelencia noche por noche se lo pasa en las casas de San José de Flores, calientito, bailando con las muchachas…” (6)
El Nº 5, del 22 de junio, publica nuevos e intencionados versos. Con el título de “Cuatro preguntas que le hace al Director un granadero del 1er. Batallón de línea de Buenos Aires”, se lee: “Pero dígame, señor:/ ¿qué hace en San José pintando,/ después que echó la balaca/ de que venía a tragarnos?/ ...y estamos viendo, al contrario,/ que allá en San José de Flores/ se la pasa cabuliando/ con su recua de dotores/ que lo siguen enredando”.
Decía, en el Nº 6, del 2 de julio, que sabía que Urquiza estaba muy enojado. “Con que así le diré yo al señor Diretor. Ahora que he sabido con siguranza de que esta fieramente enojado conmigo, pues diz que en San José de Flores, días pasaos, Vuecelencia muy caliente le dijo a una moza de que, si me agarra (y que me agarraba), me ha de hacer sacar una lonja cuando menos.¡Cristo, qué rigurida!” (7)
El 12 de julio escribía en el Nº 7: “Con esta sigurida/ allá va el Gallo, señores, / para san
José de Flores/ aonde hay cierta confusión…/ por no sé qué noveda,/ de que se ven polvaredas/ por atrás… y otras frioleras/ para la Custitución.” (8)

URQUIZA ABANDONA EL SITIO
Seguramente el hecho que precipitaría la terminación del asedio fue la actitud del jefe de la escuadra federal, el norteamericano John Halsted Coe, quien, sobornado por las autoridades porteñas, entregó los barcos con los que bloqueaba el puerto. Se retiró del mando el 23 de junio de 1853 y el mismo día emprendió viaje a su país con gran indignación de quienes confiaban en él. (9)
Santiago Calzadilla, después famoso por su libro Las beldades de mi tiempo, estaba entre los defensores de la plaza y contó a Pastor Obligado un episodio de esos días. “En el sitio de Buenos Aires –refería Obligado– decía nuestro pianista Calzadilla: ‘Che, Gallito cantor, tus versos me han  salvado la vida hoy…’ En la salida de esta madrugada camino de Flores afuera, con las guerrillas del General José María Flores –hijo del fundador de ese pueblo–, le había pegado una bala en el pecho, que acolchonado por un voluminoso rollo de Paulino Lucero y otras verseadas con que el poeta-soldado incitaba a los contrarios a que se pasaran a la plaza, amortiguando el proyectil, que no era de plomo ilustre de antaño, sólo le había producido negro moretón”. No había sido ése el propósito del autor de las “verseadas”, pero seguramente, al saberlo, se sintió feliz. Él, por su parte, hacía incursiones por las fortificaciones que defendían el límite de la ciudad, y cuidaba que sus periódicos entrasen en el campo de los sitiadores. (10)
Entre los episodios que integraron aquellas graves circunstancias se encuentra el de la derrota del coronel Pedro Rosas y Belgrano, hijo del general Manuel Belgrano y jefe de la frontera de Azul, en el combate de San Gregorio. Traído prisionero a Buenos Aires, fue alojado en Flores en la casa de la señora Inés Indarte de Dorrego. A punto de ser fusilado, lo salvó la intervención de diplomáticos y parientes, como su media hermana Manuela Mónica Belgrano. La pena fue conmutada y se le dio por cárcel el pueblo de Flores. (11)
El 13 de julio de 1853 terminó el asedio de la capital. Los ministros de Francia, Inglaterra y Estados Unidos mediaron para lograr la suspensión de las hostilidades que, además, por el debilitamiento de las fuerzas sitiadoras, no podían ser sostenidas más tiempo. La retirada de Urquiza fue bastante dificultosa. Lo hizo por Palermo, pero en medio de molestos incidentes. Aniceto… no podía dejar de registrar los hechos. En el Nº 9 del 4 de agosto, comentaba: “…y al fin resolvió el desembarcarse, y se apió todo lleno de chichones, muy dolorido, y completamente machucao de resultas de tantísimo golpe que sufrió a causa de los vuelcos y la rompedura del maldito carri-coche que agenió en San José de Flore para su juida tenebrosa del 13 de julio, cuando Vuecelencia, por esos andurriales de las Blanqueadas tuvo la desgracia de empantanarse como rana…” (12)
El sitio que sostenía Hilario Lagos con sus tropas fue levantado al mismo tiempo, dándole Urquiza la orden de retirarse en orden por la tierra.

LOS ESPECULADORES DE SIEMPRE
En el mismo Nº 9 de Aniceto el Gallo puede leerse este suelto, donde se ve que la especulación no es problema nuevo, y ya entonces el pueblo sufría su azote. “Por carida”, se titula el suelto. “Al señor Jefe de Polecia. Mi señor: El bocleo aflojó hace mucho tiempo. El Diretudo también aflojó, y muy fiero. Luego, enseguidita, los sitiadores también aflojaron hasta la presilla del lazo. ¿No es verda? Entonces, mu jefe, ¿por qué no les manda que afluejen los mercachifles, los pulperos y almaceneros, y los del mercao que tiran a dos cinchas? Sera bueno pues Usía, que me les pegue un vistazo, y si se ofrece, un chaguarazo…” (13 y 14)
Con el Nº 10 de Aniceto el Gallo, Ascasubi dio por terminada esta etapa de su periódico, para reaparecer el 12 de marzo de 1858, otra vez en son de guerra contra su viejo enemigo Urquiza. Pero ésta es otra historia, igualmente belicosa y humorística como cuadraba a tan original poeta que, tras enterrar a Aniceto… en 1853, se dedicó a preparar la publicación de Los trovos de Paulino Lucero, escritos en la época del sitio de Montevideo.
______Bibliografía:
Ascasubi, Hilario, Aniceto el Gallo, Extracto del periódico de este título, publicado en Buenos Aires durante el año 1854, París, 1872.
Borges, Jorge Luis, El coronel Ascasubi, Sur, Buenos Aires, Nº 1, pág. 129.
Cunietti-Ferrando, Arnaldo J, San José de Flores, H. Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, 1997.
Llanes, Ricardo, El barrio de Flores (Recuerdos), Cuadernos de Buenos Aires, 1964.
Newton, Jorge, Urquiza, el vencedor de la tiranía, Buenos Aires, Claridad, 1961.
Sosa de Newton, Lily, Genio y figura de Hilario Ascasubi, Buenos Aires Eudeba,
1981.

Vocabulario gauchesco:
Ageniar: apropiarse de lo ajeno, robar.
Balaca: mentira.
Cabuliando: haciendo tretas, engañando.
Chagurazo: latigazo.
Chimborazo: nombre del cañón que se tomó el 13 de mayo de 1853.
Siguranza: seguridad.
Zapallada: suerte inesperada que llega sin buscarla.

Notas:
1.- Aniceto el Gallo. Gacetero prosista y gauchi-poeta argentino. Extractos del periódico de este título publicado en Buenos Ayres en 1854, y otras poesías inéditas. París, Imprenta del Paul Dupont, 1872, p. 1. Este tomo, de los tres que componen la obra, está dedicado  “A la memoria del doctor don Florencio Varela, el patriota é ilustrado publicista argentino, víctima sacrificada por el puñal de los tiranos del Río de la Plata, a la libertad de la República Argentina y Oriental del Uruguay. París, 2 de agosto de 1872.”
2.- Ob.cit, ps. 143 y ss.
3.- Arnaldo J. Cunietti-Ferrando, San José de Flores, Bs. As., H. Concejo Deliberante de la Ciudad de Buenos Aires, 1997, p. 44.
4.- Ibídem, p. 44.
5.- Ibídem, p. 34.
6.- Ibídem, p. 42.
7.- Ibídem, p. 96.
8.- Ibídem, p. 116.
9.- Jorge Newton, Urquiza, Bs. As., 1961, 2ª ed., p. 214.
10.- Lily Sosa de Newton, Genio y figura de Hilario Ascasubi, Bs. As., Eudeba,  p. 171. Este episodio fue referido por Pastor Obligado en una carta a La Razón, titulada “Hilario Ascasubi”, del 6/2/1923.
11.- Arnaldo J. Cunietti-Ferrando, op. cit., p. 42.
12.- Aniceto el Gallo, p. 144.
13.- Ibídem, p. 158.    
14.- En todos los textos citado se ha mantenido la grafía original (N del E.)

Imagen: Portada de la edición de 1872 de fragmentos del periódico Aniceto el Gallo, publicada en París por la Imprenta de Paul Dupont.
El texto y la ilustración fueron tomados de la revista Historias de la ciudad, septiembre 2002.