3 ene 2012

De la mosca


(De Luis Alposta)

En el siglo III a. de C., cuando los romanos establecieron su primer taller de moneda, lo construyeron junto al templo de la diosa Juno Moneta, diosa ésta que, por una simple razón de vecindad, dio nombre a unos discos de oro, plata, cobre o estaño, que por aquellos años significaban cuantas ovejas, toros o pieles estaban en circulación. Así nació el vocablo "moneta" o moneda. ¡La moneda! La que según un viejo refrán, "si se la hizo redonda para que ruede, también se la hizo plana, para que quede".
Pero vayamos ya a lo nuestro y recordemos la fecha en que nos decidimos a acuñar moneda propia por primera vez. ¡Fue el martes 13 de abril de 1813! Algo que, más que una fecha, parece ser un destino. Ese mismo año también habría de hacer su aparición, entre nosotros, el papel moneda. El Gobierno solicitó, entonces, un préstamo de quinientos mil pesos a un grupo de capitalistas, y al no poder saldar la deuda dentro del plazo establecido, aquellos pagarés firmados comenzaron a circular como vales, para terminar dando origen al billete de banco.
Y ahora, entre las muchas voces populares que utilizamos para designar al dinero, recordemos una que alude a la velocidad de circulación y a la fugaz permanencia del mismo en una mano para pasar a otra.
Mosca (del latín: musca) f. Insecto díptero, y que en el español familiar significa también moneda corriente.
Éste es un término que ya lo utilizaba Quevedo, y la alusión al tiempo que puede permanecer una mosca en nuestra mano creo que es clara.
Y digamos de paso, que cuando la mosca es mucha y es fácil, pasa a ser la "mosca loca".
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Imagen: Una de la primeras monedas acuñadas en el año 1813.
Del libro Mosaicos porteños de L. A., Marcelo Héctor Oliveri editor, Bs. As., 2005