14 ene 2012

El correo neumático de Buenos Aires


(De Otto Carlos Miller)

Hoy, Internet mediante, en pocos minutos podemos escuchar una partita de Juan Sebastián Bach, consultar libros y documentos de una biblioteca, visitar un museo y tener noticias de lo que está ocurriendo en un sitio muy remoto para nosotros. En segundos podemos enviar, recibir o mantener un diálogo escrito u oral, incluyendo imágenes fijas o móviles, a cualquier punto del planeta, desde nuestra casa o la calle.
La informática ya se impuso sobre los medios tradicionales que resultaron revolucionarios en los siglos XIX-XX y que antes de iniciar el siglo XXI ya pasaron a ser antigüedades  y algunos  piezas de museo.
Buenos Aires, igual que los principales países europeos y Estados Unidos, tuvo su importante correo neumático que funcionó desde mediados de la década del treinta hasta finalizar la del 70. Vayamos al rescate de su memoria.

¿QUÉ ES UN CORREO NEUMÁTICO Y COMO FUNCIONA?
Se trata de un dispositivo que actúa mediante un sistema combinado y alternado de presión y vacío, dentro de un tubo, y es utilizado para enviar y recibir objetos materiales.
Basado en el principio aerodinámico de Heber, se genera una corriente de aire en uno de los extremos del cilindro (emisor), dicha corriente de aire  presiona como un émbolo al objeto (torpedo) ajustado al tubo conductor. El  material enviado, al llegar a la mitad del recorrido deseado se detiene, y simultáneamente pone automáticamente en funcionamiento una bomba aspirante instalada en el punto opuesto del caño que provoca el vacío y atrae a la carga hasta el  extremo final del recorrido.
La instalación siempre es de doble vía tubular, receptora y transmisora.
Este sistema, hoy todavía se sigue utilizando en algunas empresas comerciales, organismos públicos y naves de ultramar mercantes y de guerra. Por supuesto que con una limitada utilidad restringida al ámbito del espacio cerrado.

LLEGA EL CORREO NEUMÁTICO A BUENOS AIRES
En noviembre de 1887, (1) siendo presidente el doctor Miguel Juárez Celman y vicepresidente el doctor Carlos Pellegrini, se sanciona la ley 2245 autorizando la instalación de un correo neumático en la Capital Federal. El 24 de noviembre del mismo año se vota en el Congreso la disposición de fondos para su instalación.
El 3 de julio de 1888, el presidente Juárez Celman suscribe el decreto comisionando al ingeniero Otto Krause: “[...] para que bajo la superintendencia de la Dirección General de Correos y Telégrafos practique los estudios necesarios y presente el proyecto y planos  definitivo, con las especificaciones y memorias correspondientes, para instalar debidamente el correo neumático en la Capital [...].
El 25 de julio del mismo año,  el director general de Correos y Telégrafos, doctor Ramón J. Cárcano y el ingeniero Otto Krause, firman el convenio respectivo con un plazo de cinco meses para cumplir con la presentación del proyecto y sus respectivos planos.
El ingeniero Otto Krause cumplió su compromiso en los tiempos pautados para concretar la instalación del correo neumático. Problemas de índole técnico, político y burocrático postergaron la ejecución por más de cuarenta años. Uno de los factores –técnicos–  consistió en la complejidad para la  instalación subterránea de las tuberías.
En 1912 comenzaron las obras para habilitar el túnel de cargas del Ferrocarril Oeste, que hoy todavía circula entre Puerto Madero  hasta la zona de la  intersección de la avenida Díaz Vélez y Bulnes. Dicho túnel quedó habilitado el 15 de febrero de 1916.
Posteriormente se utilizaría esta misma construcción para instalar los tubos del correo neumático que permanecen aún.

SE INAUGURA EL CORREO NEUMÁTICO
Finalmente, el 13 de abril de 1934, bajo la presidencia del general Agustín P. Justo se inaugura el correo neumático (2). Lamentablemente, el ingeniero Otto Krause, mentor y entusiasta del proyecto, había fallecido el 14 de febrero de 1920, quizá pensando que jamás se realizaría su sueño progresista.
El diario La Nación del 10 de abril de 1934 destaca un título que dice: Será inaugurado el viernes parte del servicio de tuberías neumáticas de Correos y Telégrafos.
La Dirección General de Correos y Telégrafos inaugurará el viernes próximo a las 9,45 una parte de la red subterránea de tubos neumáticos para sus comunicaciones dentro del radio metropolitano y con la que esa dependencia se propone simplificar considerablemente algunos de los servicios que le está confiados en la ciudad.
El acto inaugural se cumplirá en el puesto número uno de la malla de conductos, situado en la plaza del Congreso, calle Rivadavia a la altura de Montevideo, con la presencia de los altos jefes de la repartición y de algunos invitados. [...] Se trata, por lo demás, de un moderno medio de comunicación adoptado por los países más adelantados en materia postal y telegráfica y que ha de proporcionar también entre nosotros un evidente beneficio público. [...]
El correo neumático que funcionó en Buenos Aires era una maravillosa obra con un recorrido –entre ida y vuelta– de 21 kilómetros que con las desviaciones de los ramales alcanzaba los 60 kilómetros, siempre teniendo en cuenta el doble viaje, es decir 30 kilómetros de recorrido total.
El mecanismo, como ya se señaló, consistía en la combinada alternación automática entre dos bombas neumáticas. La primera, de emisión, “empujaba” a un torpedo ajustado al tubo, y en la mitad del trayecto se desaceleraba hasta detenerse, y de inmediato en forma automática comenzaba a funcionar la bomba del extremo receptor “aspirando” la carga.
Cada torpedo cilíndrico, de aluminio con tapa de cuero, incluía cartas expreso y hasta treinta telegramas.
Unía el palacio central de Correos y Telecomunicaciones con los principales radios de la Capital Federal.
El recorrido constaba de 14 estaciones donde funcionaban 52 aparatos transmisores e intermediarios.
Cada ramal podía trabajar en forma independiente.
La velocidad media del torpedo era de 12 metros por segundo y podía emitirse con una frecuencia de dos minutos.
En Plaza Congreso, donde se realizó el acto inaugural, se encontraba el puesto retransmisor Nº 1, cuya estructura hoy se mantiene pero sin el cartel que decía: “Correos y Telégrafos. Servicio neumático”.
Esa planta actuaba de empalme donde se efectuaba el desvío a la Sucursal deseada o a la Agencia Principal (A.P.). Desde allí se procedía a la inmediata distribución con destino final.
En los cinco primeros días de funcionamiento del correo neumático, el promedio de 1.304 piezas diarias aumentó a 1.424, es decir un incremento de 120 unidades llegando en ocasiones a 1.905 piezas.
A pesar de la innovación, la totalidad de los usuarios habituales del correo común no utilizaban este servicio con frecuencia, estaba más circunscrito a operaciones comerciales.
En sus treinta y cuatro años de funcionamiento hubo muchos ciudadanos de Buenos Aires que ignoraron su existencia.

FINALIZA EL CORREO NEUMÁTICO
El vertiginoso avance tecnológico, entre otras cosas la creciente automatización de los teléfonos en el Gran Buenos Aires, y el sistema de “anticipos telefónicos” para los telegramas, hizo innecesario el costoso mantenimiento del correo neumático.
El 6 de noviembre de 1970 –después de 36 años de inaugurado– dejó de funcionar la red del correo neumático de Buenos Aires.
Su vida fue efímera, aunque larguísima  para la acelerada tecnología actual donde los equipos electrónicos envejecen en un año o menos.
Ver hoy la entrada al puesto retransmisor en Plaza Congreso, con su estructura deteriorada y sin el cartel que ostentaba su condición de correo neumático, causa cierta tristeza porque quizá sea el último supérstite testigo de otra época.
¿Dónde quedó el esfuerzo del ingeniero Otto Krause, del doctor Cárcano, del intendente  Arturo Goyeneche y de tantos otros entusiastas? En el olvido de unos y en el desconocimiento de otros.
El teléfono, el correo electrónico e Internet, suplen con múltiples ventajas a este ingenioso sistema de comunicación, que sin duda marcó un hito en la lucha de las comunicaciones por vencer distancias y tiempos.
El correo neumático hoy nos parece ingenuo y hasta técnicamente artesanal. Pero cabe una pregunta: ¿Los  medios de hoy, garantizan la absoluta privacidad y el secreto de una comunicación? La respuesta es segura: No. Todo mensaje electrónico, por cable o a través del espacio, puede ser interferido sin conocimiento del emisor.
Un torpedo hermético, al menos durante el trayecto, es inviolable.
No sería extraño que en tiempos futuros, para comunicaciones donde sea necesaria la alta seguridad y el secreto, se vuelva al antiguo correo neumático.
La lucha por vencer al espacio y al tiempo trae múltiples ventajas y simultáneamente complicaciones. Los avances técnicos provocan cambios sociales y en las relaciones humanas, para bien o para mal. La tecnología jamás es buena o mala, todo depende del uso que se le dé.
Cabe preguntar el ¿por qué? de ese afán humano por lograr acortar distancias y tiempos.
Quizá porque todo lo viviente es movimiento constante y nosotros, los hombres, somos materia en movimiento dentro de la infinitud del espacio tiempo. Pero nuestro psiquismo no se resigna.
Acortar espacios y tiempos trae múltiples beneficios y también ayuda a mantener una ilusión, cada día más virtual, de que acortando distancias y tiempos se alarga la vida.
Bienvenido el progreso, pero con conciencia plena de que por mucho que se corra tras una quimera, el destino de todos los seres humanos está signado por la finitud de su vida.
Y esta meta, inexorable para todos los hombres, es ajena a los espejismos y  no se pospone jamás.
Con nostalgia, pero mirando hacia adelante, nos despedimos del correo neumático.
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Notas
(1) En 1877, en la Ciudad de Buenos Aires, se repartían diariamente de 900 a 1.200 despachos telegráficos y de 25.000 a 30.000 cartas e impresos. En 1888 las cifras aumentaron un 48%.
(2) El 12 de abril de 1937, la Administración de Correos y Telégrafos de Francia inaugura en las localidades de los distritos postales de París y Marsella sistemas de correo neumático. Es decir, Buenos Aires tuvo su correo neumático tres años antes que París.

Bibliografía
Revistas de Correos y Telégrafos año 1937.
Postas Argentinas, enero y febrero 1977.
Diario La Nación 10 de abril de 1934.

Imagen: Entrada al servicios de tubos neumáticos en Plaza Congreso (Foto tomada de la página www.cai.org.ar).