27 abr 2012

Una vieja casona de Belgrano que nos pertenece a todos


(De Osvaldo Mastromauro).

En el mes de noviembre de 2012 el barrio cumple 167 años, y si lo visualizamos desde la perspectiva de la época, fue parte del Pago de los Montes Grandes, distrito de tierras y heredades, extendido desde Retiro a San Isidro. Fue pueblo, fundado por decreto en 1855; en 1848, podemos encontrar en las raíces de Belgrano la primera casa de material; con el tiempo estas fértiles tierras vieron surgir grandes solares y caserones con quintas, y Rogelio Yrurtia, vástago descendiente de españoles, decide adquirir una vieja casona para albergar tanto su obra como a su familia.
Sigue la tradición ibérica de hacerlo junto a un arroyo, el Vega, hoy entubado bajo la calle Blanco Encalada. Allí rediseñó la casa según las normas imperantes en la época, estilo neocolonial, con dos torres, y erigiendo un jardín granadino que hoy se preserva casi idéntico a como él lo concibiera.
Es de destacar el estilo arquitectónico y monumentalista de Rogelio Yrurtia. Viajero incansable, fijó en esta residencia su destino final, legándola al Estado Nacional en 1942 a través de Alfredo Palacios, abriendo sus puertas al público un año después.
La obra y la Casa Museo de Rogelio Yrurtia se constituyen en complementarios para visualizar lo producido por uno de los más grandes artistas de nuestro país.
Su concepción arquitectónica y monumentalista, apreciable tanto en el inmueble como en las obras emplazadas en sitios públicos (“Canto al Trabajo”, “Monumento al Coronel Dorrego”, “Mausoleo de Rivadavia”), son muestras imprescindibles de su exquisita inspiración a un tiempo que rotunda tarea escultórica. La casa es habitada por un profuso conjunto de muebles, tapicería, pintura y otros objetos que denotan su aguda tarea de coleccionista, desarrollada en gran parte junto a Lía Correa Morales.
Destacan la amplia colección de esculturas, bocetos y estudios de Yrurtia, y yesos del tamaño de los monumentos emplazados en las calles de la ciudad, como el del “Moisés”, “La Victoria” y “La Justicia“ entre otras. Retratos en bronce, en yeso, torsos, pies y manos de distintos tamaños, todos estudios previos de diversas obras, conviven con obras de Lía Correa Morales, segunda esposa del escultor e hija de su primer maestro, don Lucio Correa Morales. También se pueden disfrutar pinturas de artistas argentinos como Malharro, Quinquela Martín, De la Valle, Julia Wernike, Eduardo Sívori, Bernaldo de Quirós, Octavio Pintos, etc. y objetos reunidos en distintos viajes por el mundo, tales como tapices, alfombras, vajilla, bronces y mobiliario de diferente procedencia. Otras presencias ilustran la amistad de Yrurtia con colosos tales como Pablo Picasso o Auguste Rodin, el Grupo Baleares, celosamente custodiados por sofisticados sistemas de vigilancia.
El jardín granadino hace de contrapunto con el estilo neocolonial del hábitat, poblado éste a la manera victoriana, en boga en su época, conservado tal como Yrurtia y su mujer Lía lo concibieron. Es dable destacar que los domingos, el día de la inauguración mensual, pintores, escritores, escultores, músicos y coleccionistas comparten con los habitantes de Belgrano, asiduos visitantes, una grata tertulia que se extiende por horas bajo la arboleda y junto a florecidos rosales, a punto tal que ese instante parece suspender el tiempo en ese lugar secreto y encantador.
Por último, y desde mi presencia en el museo, hace ya dos años y medio, es muy grato y reconfortante trabajar con un equipo de excelencia que se ha ido conformando en ese lapso de tiempo, cuidando y preservando el valioso patrimonio, investigando temas tales como los elementos masónicos presentes en la casa, promoviendo exposiciones temporarias que refrescan el aire del museo, y cuidando de los mínimos detalles como para que el visitante se sienta en un ámbito que de hecho pertenece a todos, y especialmente a los vecinos de Belgrano.

UN POCO DE HISTORIA
Rogelio Yrurtia nació en Buenos Aires el 6 de diciembre de 1879. Realizó sus primeros estudios de escultura en el taller de un santero llamado Casals; ingresó en 1898 a la Sociedad Estímulo de Bellas Artes; allí fue su maestro Lucio Correa Morales; un año más tarde obtuvo una beca para proseguir sus estudios en Europa. Llegó a París a los 20 años, concurrió a la Academia Julien y al estudio del escultor Jules Félix Coutan, siguiendo al mismo tiempo un curso de dibujo en la Academia Colarossi.
En ese momento Auguste Rodin, que está en el apogeo de su fama, realiza una elogiosa crítica sobre una obra expuesta por el joven Yrurtia en el Salón de la Sociedad de Artistas Fanceses. Allí, en 1903, expone la obra “Las Pecadoras”, grupo escultórico de seis figuras, que tuvo una buena recepción por parte del público y la crítica y en 1904 obtiene el Gran Premio de Honor en la Exposición Universal de Saint Louis (Estados Unidos). En 1904 ejecuta el monumento al doctor Alejandro Castro, actualmente emplazado en el hall central del Hospital de Clínicas de la Ciudad de Buenos Aires.
En 1907 se le adjudicó por concurso la realización del monumento al Coronel Dorrego (Viamonte y Suipacha); la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires le encarga el grupo “Canto al Trabajo” (Paseo Colón entre Independencia y Estados Unidos). y el Jockey Club “El poeta ante el dolor humano”, obra que no llegó a culminar. En 1916 inicia los trabajos para el mausoleo a Bernardino Rivadavia (Plaza Miserere) que se le había encargado; trabajó varios años en el mismo y finalmente fue inaugurado en 1932.
Durante los últimos años de su vida trabajó en el proyecto que había concebido en 1923 para el gran monumento “Al triunfo de la República”(maqueta ubicada en la sala Garaje del Museo)
Rogelio Yrurtia falleció en Buenos Aires el 4 de marzo de 1950.
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Imagen: Museo Rogelio Yrurtia, en O`Higgins 239, barrio de Belgrano.
La nota y la fotografía fueron tomadas de la página www.mibelgrano.com.ar