21 abr 2012

Lola Mora en el Palacio del Congreso


 

(Miguel Eugenio Germino)

La controvertida y a la vez incomprendida artista, dejó su impronta en el barrio de Balvanera, en el mismo Congreso Nacional, en ocasión de su inauguración en el año 1906.
Eran cuatro grandes grupos escultóricos, instalados a ambos costados de las escalinatas de acceso sobre el frente de la avenida Entre Ríos en el Palacio de las Leyes recién inaugurado. Había dos grupos del lado izquierdo, compuestos por las alegorías a “La Libertad y al Comercio” (o el Progreso): una mujer de pie, apretando en su mano derecha unos eslabones rotos y con la mano izquierda semi levantada, sosteniendo la enseña patria.
Tiene el busto descubierto y sobre la cabeza un pequeño gorro frigio; los paños de la vestimenta, cubriendo el cuerpo desde la cintura, transparentaban las formas de la Libertad, alegoría que insinuaba un movimiento.
La otra pieza de ese grupo representaba “El Comercio” en la figura de un Mercurio en movimiento, levemente cubierto por una tela y adelante, “Dos leones”– parado el de la derecha y acostado el de la izquierda– formaban parte del grupo, con simbolismo desconocido.
El otro conjunto, a la derecha de la escalinata, estaba integrado por tres alegorías: la primera, masculina, representaba “El Trabajo”, en una clara alusión a la agricultura. En el centro una figura femenina, “La Paz”, insinuando un paso adelante con el pie derecho, con un seno al descubierto, acompañaba con el brazo derecho el movimiento de las piernas, sus formas destacadas por los pliegues de su vestimenta.
La última figura, “La Justicia”, tenía medio cuerpo al desnudo y de la cintura hacia abajo una larga túnica. Sostenía con la derecha la espada enhiesta de la justicia, con la izquierda la clásica balanza, y sobre su cabeza lucía una corona.
Durante todo 1905, la artista trabajó afanosamente en Italia y luego en un sector del Congreso, sobre la entrada de Rivadavia 1836, que le asignaran como taller y vivienda, para entregar a tiempo las alegorías que iban a decorar la entrada al futuro parlamento al año siguiente, cuando sería su inauguración.
Predominaba en su obra el desnudo estético, como lenguaje, despojado de todo contenido erótico, aunque el criterio tradicionalista de la época malinterpretó esas puras manifestaciones artísticas.
Las obras permanecieron allí cerca de una década, y dieron lugar a todo tipo de polémicas, hasta fueron tildadas de obscenas, incluso por dirigentes de partidos políticos llamados progresistas.
Sin embargo las críticas también escondían una sorda disputa entre el sector conservador gobernante entonces de signo “roquista” y sus detractores, que libraban un áspero debate acerca del alto costo de las obras del Palacio, amén de atribuirle a Lola Mora una relación amorosa con Roca.
Esta embestida contra la obra de Lola Mora era la continuación de la desatada con la inauguración de “La Fuente de las Nereidas”, que originalmente estaba destinada a adornar la Plaza de Mayo, el lugar desde donde se ejercía el poder político, pero que terminó desterrada a un sitio de extramuros, la Costanera Sur.
Hacia 1913 en el Congreso el embate fue liderado por el diputado radical Delfor Del Valle, que calificó a las esculturas de “adefesios que insultaban la memoria de los próceres que pretenden inmortalizar”. El propio líder socialista Alfredo Palacios, presentó documentación probatoria de habérsele abonado a la escultora 140 mil pesos entre 1906 y 1908.
Estas críticas se alineaban más bien detrás del escándalo sobre los manejos arbitrarios de fondos consumidos en la prolongada obra del Palacio Legislativo y en las peligrosas relaciones entre el poder y el arte.
A resultas de tan virulentas pasiones, las esculturas de Lola Mora fueron retiradas del lugar en 1915, y tras un período de estar guardadas en depósitos municipales, fueron trasladadas a la provincia de Jujuy, donde sí fueron recibidas con beneplácito. Luego en 1927, la artista fue recompensada con su nombramiento como Directora de Parques de la Comuna de San Salvador de Jujuy.
Cuatro de las obras: “La Paz”, “La Justicia”, “La Libertad” y “El Progreso”, desagregadas, fueron ubicadas en diversos flancos de la Gobernación, bajo supervisión de la autora. La figura “El Trabajo” fue situada en otro sector de aquella ciudad y “Los Leones” en la plaza central del Barrio Ciudad de Nieva, el lugar primitivo de la fundación de Jujuy.
En los últimos tiempos se realizaron sin éxito gestiones para devolverlas a su sitio original de 1906, y reivindicar con ello la obra de la escultora, muchos años después de su desaparición.
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Imagen: El Congreso Nacional con las obras escultóricas de Lola Mora posteriormente retiradas.